Los donguis
Con la desaparición de Rosa mi última victima apareció Enrique, o sea, se acabo la diversión en mi vida, así que acepte el trabajo en el rió de Mendoza, “pero como dicen todo llega a un punto donde la persona estallan “, por lo tanto organice un plan para deshacerme de él, que consistía en convertirme en su mejor amigo. Al pasar los días, semanas y mese por fin logre mi objetivo, tanto, que lo convencí de ir de vacaciones de vueltas a Buenos Aires, cuando estábamos allí salimos a comer a un restaurante que casualmente quedaba cerca de aquel parque solitario y con la excusa de que si bajábamos por aquellas escaleras llegaríamos mas rápido el pobre iluso acepto, mientras yo observaba como los donguis devoraban su cuerpo, los que no comieron de tan gustosa carne se acercaban mas y mas a mi, de repente se lanzaron hacia donde yo estaba tan veloz que ya mis piernas no podían correr mas, para mi mala suerte tropecé y los donguis que pudieron soportar la luz me desprendieron las piernas, luego de esto no supe mas de mi, cuando desperté estaba en el hospital, unas personas me habían socorrido y aunque estoy invalido aprendí una verdadera lección “el que juega con fuego se quema”.